Habitualmente se considera que el entorno profesional no es el más adecuado para la toma de decisiones éticas, pero si nos preguntamos por las razones de esta realidad, que incluso puede tener consecuencias en el entorno social de la organización, nos encontramos con que la responsabilidad se reparte entre la dirección empresarial y el comportamiento de los propios trabajadores.

Estamos por tanto ante dos elementos que pueden distorsionar la moral de todo un equipo de trabajo, que culmina con la toma de decisiones no éticas o no influenciadas por dicho planteamiento, sino netamente económicas o competitivas. En un equipo de trabajo, la inexistencia de normas morales puede terminar destruyendo los equipos y propiciando el enfrentamiento entre individuos.

De puertas para afuera, la falta de ética en una organización puede tener efectos medioambientales, sociales e incluso consecuencias sobre la propia imagen de la empresa, además de poder tener un coste económico no previsto.

La influencia moral de los líderes

La moral no es un tema que suela debatirse en el seno de las organizaciones, pero que en realidad se comunica constantemente mediante el lenguaje no verbal. Nace del ejemplo que surge de lo alto del organigrama y de cómo se aplican los órganos de control.

También surge de forma espontánea en la manera en la que se relacionan los miembros de un equipo y en cómo se produce la comunicación con sus superiores. Esto tiene como elemento fundamental a los trabajadores como individuos.

Cada uno de nosotros tiene una concepción moral, un sentido de la ética y unas convicciones, aunque a todos nos afecta de una manera diferente a la hora de tomar decisiones. Uniendo personas de diversos modelos éticos, solemos encontrar que los que disponen de pensamientos más consolidados y fuertes, pueden dominar e influenciar al resto, sobre todo si tienen roles de líderes.

Esto significa que cada organización es diferente, pero que todas que están muy influenciadas por los estilos de liderazgo y por la influencia de los individuos con más peso en la toma de decisiones. No obstante, no todos los líderes de un equipo tienen un reconocimiento en el organigrama, pues pueden tener una gran influencia en los grupos debido a sus conocimientos técnicos o a su personalidad.

El código ético invisible

La influencia de la ética individual de los líderes puede crear un código que se instauraría de forma sibilina, pero que podría entrar en conflicto con la de otros individuos, así que si no se comunica formalmente y si no se establecen controles efectivos, podría no terminar aplicándose de forma efectiva.

Los comportamientos poco éticos pueden tender a ser más efectivos a la hora de competir entre vendedores, por ejemplo, por lo que si no existe un código ético visible, es posible que este «lado oscuro» tienda a ganar protagonismo. Es más, en vista de los resultados y de la falta de consecuencias, es probable que se extienda entre todo el equipo de ventas o equipo afectado.

Por tanto, podemos decir que un código ético no debería ser invisible, sino ser un camino claramente trazado y vigilado, en pro de establecer un sistema justo dentro de la empresa y responsable hacia afuera.

Para evitar los comportamientos indeseados en cuanto al cumplimiento de la cultura organizacional, es importante informar del perfil más adecuado a las personas destinadas a realizar los procesos de selección de nuevos trabajadores, así como a los jefes de equipo, para garanticen la toma de decisiones responsables y la competencia no autodestructiva.

Ambiente organizacional

El ambiente organizacional es la percepción que tienen los trabajadores sobre las expectativas que tiene la empresa sobre el comportamiento de sus miembros y cómo de coherentes creen que son las políticas, en relación con lo que se les ha comunicado.

Es decir, una empresa puede decirle a sus trabajadores que se espera un comportamiento ético, pero luego instaurar sistemas de competencia interna que favorecen las malas prácticas, o un mal reparto de recursos, etc. Esto crearía un ambiente confuso, en el que el verdadero mensaje es: «no hagas caso a lo que digo, sino a lo que hago».

Lo más adecuado es tener un mensaje coherente con las políticas de la empresa, que además cuente con el compromiso de todos los líderes y equipos de trabajo. ¿Cómo es posible lograr esto sin comunicación y ejemplo? Pues sinceramente, no creo que sea posible al menos a largo plazo.

La empresa debe preocuparse por premiar el comportamiento adecuado, transmitiendo la cultura organizacional de forma inequívoca. Para ello puede ser recomendable tener en cuenta estos consejos:

  • Creación de un código ético por escrito
  • Creación de objetivos realistas y realizables
  • Establecimiento de metas grupales e individuales
  • Compromiso y ejemplo por parte de jefes y directores
  • Estímulo del comportamiento ético
  • Mediación en conflictos internos
  • Evaluación objetiva del rendimiento
  • Sanciones para los comportamientos inmorales
  • Política de ascenso y promoción basado en méritos, rendimiento y conducta ética

Una empresa no debe despreciar su papel a la hora de modelar el comportamiento ético de sus trabajadores y las consecuencias decisiones tomadas en base a ello, porque está en su mano establecer las medidas más adecuadas para lograrlo. No hacerlo supone el mayor escollo a la hora de ser social y medioambientalmente responsables, pues si dentro no actuamos con ética, fuera tampoco lo haremos.

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Imagen | Dell’s Official Flickr Page

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