El cambio de nombre de una empresa resulta una labor delicada de abordar, ya que las marcas establecidas en el mercado cuentan con su propio posicionamiento y fondo de comercio. Aún así, hay momentos en los que puede ser determinante analizar la posibilidad de hacerlo, teniendo en cuenta el citado posicionamiento, el tipo de público objetivo y demás variables.

Analizando la necesidad de cambio

Cuando nuestra marca no es percibida por los clientes potenciales de una forma similar a la que pretendemos proyectar, puede que consideremos esencial cambiar su nombre por uno más adecuado a los fines estratégicos de la organización. También puede ser recomendable analizar la posibilidad de cambiar de nombre en los siguientes casos:

  • Problemas de imagen pública
  • Fusión de dos o más proyectos en uno
  • Línea de negocio obsoleta
  • Ampliación de negocio
  • Redefinición de objetivos
  • Nombre poco representativo o complejo
  • Acceso a nuevos mercados

No obstante, antes de tomar tan delicada decisión, tenemos que considerar que no todos los negocios soportarán de igual manera un cambio de nombre. Por ejemplo, una marca puede esconderse bajo el nombre de su principal producto, o compartir la misma denominación.

También es posible que nuestra empresa no se dirija al gran público, sino que se trate de intermediaria o distribuidora, en cuyo caso puede resultar más sencillo controlar los efectos que puede ocasionar un cambio de denominación, al tener que explicarla a un menor número de clientes.

Una decisión llena de aristas

En la mayoría de las ocasiones puede ser suficiente con un cambio de imagen, pero en otros será realmente recomendable un cambio de nombre, para lo cual habrá que tener mucho cuidado con programar una implantación progresiva. Podríamos decir que no será necesario un cambio de nombre cuando:

  • Simplemente se quiera modernizar la imagen de la empresa
  • Se pueda reposicionar la marca
  • Cuando no existan verdaderos problemas relacionados con el nombre para acceder a nuevos mercados
  • Se quiera hacer por mero capricho
  • No sea un problema real

No olvidemos que un cambio de nombre no solo conllevará los costes de registro de la marca, sino que supondrá cambios de papelería, elementos de imagen como uniformes o cartelería, etiquetado (según sector), acciones comunicativas, publicidad y demás, no pudiendo abandonar la anterior marca de forma inmediata, por lo que hay que crear un paso intermedio, que hará que los costes sean mayores, pero que también evitará la masiva pérdida de clientela y la confusión del mercado ante el cambio.

Aunque a nivel práctico podamos enfrentarnos a problemas muy similares tanto si cambiamos de nombre o de simple imagen, la verdad es que un cambio de nombre tiene un efecto más poderoso y por tanto, peligroso.

Nuestra marca puede dejar de ser reconocible y podemos perder todo el posicionamiento que hayamos logrado durante los últimos años, así que será fundamental que en caso de hacerlo lo tomemos con calma y planifiquemos pasos intermedios antes de la implantación definitiva de la nueva denominación, que deberá estar muy bien meditada.

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Imagen | Nana B Agyei

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