Las entrevistas de trabajo deben planificarse con el fin de conocer todo lo posible sobre los perfiles de los candidatos, aprovechando al máximo el tiempo disponible. Entre otras cosas, debemos tener claras las preguntas a realizar, ya que nos ayudarán a lograrlo.

Aunque tengamos el curriculum delante de nosotros, puede que sea positivo solicitar un pequeño resumen de la trayectoria profesional del candidato, más que nada para comprobar su capacidad de síntesis, de comunicación y posibles datos de interés que no aparezcan en dicho documento. Pese a esta posibilidad, normalmente intentaremos descubrir nuevos factores que juzgaremos a la hora de cubrir un puesto de trabajo.

Los grandes clásicos

Según hacemos más entrevistas podemos llegar a pensar en lo poco originales que somos haciendo las preguntas, pero tenemos que tratar de ser conscientes de que no estamos en un concurso de originalidad, sino en un proceso de selección.

Tenemos que buscar información concreta y no podemos permitir que se tenga más información esencial de un candidato que de otro, pues esta falta de elementos de juicio nos puede llevar a cometer errores en la contratación. Hay que llevar la reunión con naturalidad no permitiendo que parezca un interrogatorio, así que la conversación debe adaptarse a cada candidato, pero sin dejar de buscar los valores que nos importan.

Existen algunas preguntas que ya son auténticos clásicos y que no solo conocen los entrevistadores sino también los entrevistados. Pese a ello, nos proporcionan buena información y pueden dar pie a nuevas cuestiones con las que profundizar en el perfil:

  • Hábleme de usted: No es una pregunta al uso, pero es una solicitud general de información. Queremos escuchar el “speech” del candidato y cómo lo expone. Al mismo tiempo que se rompe el hielo podemos tomar nota sobre su actitud y su forma de desenvolverse. Podemos realizar preguntas adicionales dentro de este bloque, con el fin de relajar al candidato y hacer que el tono de la entrevista sea más natural.
  • ¿En qué consistía tu último empleo? En el curriculum tendremos el puesto, pero nos interesa una explicación más profunda sobre las funciones que realizaba, lo cual nos permitirá hablar sobre problemas a los que se haya enfrentado y cómo los superó, las herramientas utilizadas en el trabajo, por qué terminó dicha relación laboral, por qué ha querido cambiar de sector (si es el caso), sus mayores logros etc…
  • ¿Por qué te interesa nuestra empresa? Ya no hablamos del puesto en si, sino de la empresa en general. Queremos saber si conocen nuestros valores, si forma parte de su proyección profesional o es tan solo un empleo circunstancial, etc…
  • ¿Por qué considera que es el mejor candidato para el puesto? Esta pregunta es clave, pero aún así coge a algunos candidatos por sorpresa, ya que pueden considerar que hacer este juicio nos corresponde exclusivamente a nosotros. Queremos que se vendan, que nos muestren su actitud y sus puntos fuertes, no que acudan a la entrevista como figuras totalmente pasivas.
  • ¿Cuáles son tus expectativas? Queremos saber lo que espera obtener del trabajo, además de lo que aportará. Puede ayudar convirtiendo la pregunta en: “¿Dónde te ves profesionalmente dentro de x años?” Normalmente escucharemos respuestas vagas y tendremos que llevar la conversación hasta las expectativas económicas inmediatas. No podemos esperar respuestas muy concretas, ya que no es el momento de debatirlo, pero puede ser bueno ver al candidato enfrentarse a un poco de presión, para saber cómo se enfrenta a ello.

Preguntas comprometidas

Además de los grandes clásicos ya mencionados, la entrevista puede enriquecerse mediante respuestas algo más comprometidas, pero nunca llegando al acoso ni solicitando información personal o datos irrelevantes. Esto nos ayudará a conocer mejor al candidato y a estudiar cómo afronta la situación.

En caso de hacerlas hay que introducirlas con cuidado y cuando el entrevistado ya se encuentre asentado y cómodo en la conversación. No hay que abandonar el tono amable de la charla ni arrinconar al candidato. Queremos conocerle, no anularle:

  • ¿Qué piensas sobre tu último jefe? No nos gustaría que hablara mal de su último jefe, sino que definiera la relación laboral y qué ha aprendido de ella.
  • ¿Por qué has estado tanto tiempo en el paro? Sabemos que el país pasa por una mala situación económica y que el mercado laboral está muy complicado, pero resulta interesante saber cómo ha afrontado la situación el candidato y si ha actuado de forma activa o pasiva. Igualmente, nos interesa saber si ha aprovechado el tiempo para formarse, etc…
  • ¿Conoces a alguno de nuestros empleados? esta pregunta puede resultar comprometida si la respuesta es afirmativa, pero nos interesa la sinceridad y no profundizar excesivamente en ello. También queremos saber si puede haber problemas de índole personal con su contratación.
  • ¿Cuál ha sido su mayor decepción profesional? Queremos que nos hablen de aprendizaje y superación, así como de su experiencia, no que eche tierra sobre antiguos trabajos ni que culpe a otros en exceso.
  • ¿Cuáles son tus puntos débiles? Planteando así la pregunta, el candidato puede sentir que queremos que se dejen mal, pero también nos interesa que saquen a la luz sus puntos fuertes. Si no lo hacen, se puede preguntar directamente.

Preguntes lo que preguntes, no dejes de tomar notas y compórtate con educación, interés y amabilidad. Pregúntale al candidato si quiere plantearnos alguna pregunta y avisémosle de nuestra decisión, sea positiva o negativa.

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