Las entrevista de selección de personal resultan procesos que necesitan ser estructurados previamente para poderse afrontar de forma exitosa. Tras crear las condiciones necesarias para transmitir un clima cómodo y distendido entre los participantes, podremos desarrollar la entrevista mediante una serie de pasos que profundicen en las características del candidato.
Aunque existen diversas fórmulas (algunas de ellas adaptadas a puestos concretos), vamos a estudiar algunos puntos básicos que pueden resultarnos de gran utilidad a la hora de crear una buena dinámica.
La importancia de la introducción
Cuando el candidato entra al despacho donde se realizará la entrevista, debe ser recibido con cordialidad y manteniendo una charla inicial espontánea, alejada de un extremo formalismo.
Antes de entrar en materia, tenemos que tratar de relajarle y nunca viene mal ofrecer algo de agua, abriendo un break al realizar preguntas coyunturales que calmen la tensión.
Mientras todo esto sucede, el entrevistador debe estar atento a los modales del entrevistado, así como a su aspecto, lenguaje no verbal y si presenta una actitud colaboradora y abierta. En otras palabras, en esta primera toma de contacto lo más importante es lo que pasa y cómo ocurre, ya que las palabras son una herramienta de introducción.
Para llegar al siguiente punto podemos comenzar con algo parecido a este mensaje, que nos introduce en una charla más formal: «Me gustaría hablar con usted de su experiencia pasada y sus aspiraciones con el fin de juzgar si en nuestra empresa existen oportunidades laborales que encajen con su perfil. Por ello, me gustaría que resumiera sus últimas experiencias laborales, estudios y otra información que considere de importancia». Por otro lado, puede ser positivo describir el puesto a cubrir.
Con las manos en la masa
La entrevista debe ser activa tanto por el que pregunta como por el que responde, de modo que el entrevistador debe tratar de encontrar aquellos aspectos que necesita conocer para juzgar correctamente al candidato, pero este también debe mostrarse abierto y colaborador. Podemos dejar que nos realice un resumen inicial para luego profundizar de forma más guiada.
No solo nos interesa saber el listado de empresas en la que ha trabajado el entrevistado, pues para eso ya tenemos el currículum, sino los aspectos más relevantes de dichas experiencias y la eficiencia que mostró en cada uno. Para este punto, puede ser buena idea realizar preguntas del estilo: «¿Cuál ha sido el problema más complicado con el que se ha encontrado en el puesto?», «¿Cómo la resolvió?» y «¿Qué ha aprendido?»
También necesitamos saber por qué quiere trabajar en nuestra empresa y qué motivos le llevaron a cambiar de puesto, si estamos ante este caso. «¿Cuáles son tus expectativas laborales?»
Estudios
En muchas ocasiones se habla antes de los estudios que de la experiencia laboral, pero esto queda a manos del entrevistador dependiendo de la estructura que se quiera utilizar y no tanto a la importancia que se le de. Cuando estamos ante un candidato ya conocemos sus títulos porque están plasmados en el currículum, así que considero que no debemos perder mucho tiempo haciendo que nos recuerde lo que ya tenemos delante de nosotros.
Lo que queremos saber en la entrevista es la versatilidad del candidato, la extensión y profundidad de sus conocimientos, el nivel de implicación, sus asignaturas favoritas, aquellas en las que obtuvo mejores calificaciones, si trabajaron mientras estudiaban la carrera (sin preguntarlo de forma directa) y si desea seguir formándose.
Las líneas rojas
Autores como Morgan y Cogger proponen una entrevista en las que se tocan algunos aspecto que yo considero controvertidos. En otras palabras, preguntar sobre cuestiones íntimas como los medios de vida de los padres, su relación con ellos, el número de hermanos, si quiere tener hijos, el ambiente del vecindario donde vive, su nivel socio-económico, etc, pueden resultar excesivo e invasivo.
Por otra parte tenemos que plantearnos si profundizar en este aspecto resulta productivo para la entrevista, según la empresa y el tipo de puesto a cubrir, por lo que no considero que sean temas tabús, sino que estamos ante puntos poco prácticos en la mayoría de las ocasiones.
Debemos centrarnos en lo importante y evitar la divagación. Por ejemplo, en algunos puestos es conveniente realizar preguntas sobre alergias y/o enfermedades que pueda padecer el trabajador con el fin de garantizar su seguridad en el puesto de trabajo, cuando se haya determinado la existencia de riesgos, pero en otros puede resultar inadecuado.
Intereses y resumen final
Para completar la información profesional y sin entrar en líneas rojas, podemos preguntar sobre los hobbies y aficiones del entrevistado con el fin de descubrir cómo distribuye su tiempo, si acostumbra a trabajar en equipo, la vitalidad que presenta o su madurez (aunque esto resulta difícil de juzgar). «¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?», «¿Realiza algún deporte?»
Con esta charla se puede suavizar el tono de la entrevista, pero luego deberemos reafirmar los puntos tratados en ella. Es decir, necesitamos que el candidato defienda su candidatura y sienta que así lo ha hecho: «¿Cuáles son sus puntos fuertes?», «¿Por qué es la mejor opción para el puesto?», «¿En qué aspectos considera que debe mejorar?»
Finalmente nos despediremos cordialmente indicando el proceso que seguirá a continuación y cómo se le avisará en caso de ser elegido, agradeciendo su presencia.