Y un día, se erigió el jefe de ventas sobre la mesa de su despacho con el papel en el que había impreso los pecados que no debían cometer sus vendedores. Agarró el trozo papel matricial como si fuera un pergamino y antes de leerlos, observó las atónitas e incrédulas miradas de los miembros de su equipo.
“El que esté libre de pecados tendrá mejores ventas y por tanto, comisiones”, sentenció y como si tuviera entre sus manos la mismísima palabra de su señor, el director general, aclaró que eran siete y que desde ese momento no serían tolerados. Con esas últimas palabras, todos los vendedores se sentaron delante de su mesa y el director empezó a leer en torno a un silencio absoluto.
Los siete pecados capitales del vendedor
- No engañarás: porque no podemos cerrar una venta a toda costa, ya que la mentira produce un daño a futuro, pero también a presente. El vendedor representa a la empresa y deberá actuar bajo sus principios y procedimientos, cerrando operaciones, pero defendiendo los valores que le son transmitidos. Un cliente engañado representa a otros muchos que extenderán la mala imagen dada por la empresa en conjunto.
- No desperdiciarás: La organización se preocupa de proporcionarte recursos para que realices tu trabajo correctamente, y debes aprovecharlos adecuadamente pues todo desperdicio repercutirá en la rentabilidad. Hablamos del beneficio común.
- No tratarás al cliente como a un saco de dinero: porque el cliente es un saco de necesidades, un conjunto de expectativas y una persona que merece respeto, información y atención personalizada. La venta es un objetivo, pero los medios son importantes. Escucharás, serás paciente y no caerás en el monólogo, pues es el cliente el primero que debe hablar para poder determinar sus necesidades.
- No serás pasivo: primero porque va contra tus intereses personales y segundo, porque dejar escapar las oportunidades comerciales que se te presenten significa fortalecer a la competencia. Un buen vendedor debe ser activo y estar atento al mercado, pues de él depende su trabajo.
- No ignorarás: ni tus cuotas de ventas, ni los objetivos organizacionales, así como la planificación del departamento y su normativa interna. Y por supuesto, aprovecharás las oportunidades de formación.
- No faltarás al respeto: porque un vendedor debe centrarse en su labor, pero respetando el trabajo de los demás miembros de la organización y de sus compañeros. El buen clima laboral repercutirá en el bien de todos y todos debemos colaborar.
- No serás descuidado: porque la planificación y la puntualidad deben ir de la mano. Tenemos que ser meticulosos y cuidadosos cuando preparemos las acciones comerciales.
Sin más, el jefe de ventas se bajó del escritorio y siguió con su trabajo habitual en el ordenador. Todos seguían sentados en el suelo, ahora mirándose unos a otros hasta que, finalmente, se dio cuenta de que allí estaban.
Entonces se despidió agitando la mano añadiendo: “os lo mandaré por email.”Algunos se sabían pecadores y juzgados, pero también habrían deseado escuchar los pecados del jefe.