Los empleados pasivos son en esencia personas desmotivadas o profesionales que carecen de la autonomía suficiente como para sentirse responsables de los frutos de su trabajo, aunque también podemos estar hablando de rasgos de la personalidad que no han podido ser detectados durante la fase de selección, o que se han manifestado de forma tardía.

Dicha pasividad puede desembocar en bajo rendimiento, pero no siempre tiene estos efectos, ya que pueden ser personas diligentes aunque sin iniciativa. Si la empresa es consciente de la importancia de fomentar la proactividad y la motivación, deberá actuar incluso antes de detectar casos aislados. El desinterés del empresario suele terminar en pasividad del trabajador.

Luchando contra la pasividad

Los trabajos monótonos resultan poco estimulantes, de modo que la pasividad no es más que una consecuencia natural de su realización. Para evitar que los empleados caigan en la apatía, es bueno aumentar la variedad de las tareas realizadas durante la jornada laboral y plantear retos.

Normalmente estos retos se obtienen al aplicar políticas de retribución por objetivos, potenciadas por una buena comunicación y reuniones de seguimiento de los resultados, acompañadas por charlas de motivación por parte de sus responsables.

También hay que analizar el reparto de las cargas de trabajo, si se están respetando los periodos de descanso, si se está delegando adecuadamente (funciones y responsabilidades), si se está escuchando a los trabajadores, y haciéndoles participes del funcionamiento de sus áreas. También es importante repasar los mecanismos de comunicación interna, tanto de flujo vertical como horizontal.

Con un simple análisis superficial podremos darnos cuenta de que en muchos casos la pasividad ha sido incitada por los empresarios (voluntaria o involuntariamente). Algunos pueden considerar que la independencia de los trabajadores complicará su gestión y se traducirá en una pérdida de mando.

No obstante, incluso en casos tan radicales como estos, debemos hacer un esfuerzo por entender que cuando hablamos de personas, no podemos hablar de estados permanentes, pues todo fluye hacia el cambio. Una plantilla pasiva terminará en una plantilla desinteresada y por tanto se terminarán produciendo caídas de rendimiento y motivación, que también puede reflejarse en un aumento de la conflictividad..

Una organización sana está formada por profesionales que se sienten valorados y escuchados, que tiran hacia la misma dirección y que poseen de las herramientas necesarias para desarrollarse en su empleo. Escucha, motiva, habla y organiza. Además de mejorar el rendimiento y la cohesión, siempre será más económico que estar constantemente realizando ajustes de plantilla a causa de un mal liderazgo.

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Imagen | Reynermedia


Germán Udiz

Grudiz (Germán Udiz) es divulgador, analista y máster en gestión de RRHH, ADE, Bachelor in Business Administration. Actualmente Administrador de Visión Veterinaria. Autor de "La historia de nuestra EGOnomía", "Manual de Dirección Comercial y Marketing" y "Aprendiendo bolsa desde cero"

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