Resulta complicado atisbar los orígenes exactos del capitalismo moderno, ya que se trata de una tendencia que se ha ido consolidando de forma progresiva a lo largo de los últimos siglos. De hecho, el comercio y las actividades derivadas forman parte de la humanidad prácticamente desde sus orígenes, aunque recibió un impulso definitivo durante el renacimiento europeo.
Este boom vino alimentado por las prácticas orientales, como la “commenda” (tradicionalmente se consideraba que tenía un origen italiano), que consiste en un contrato de financiación realizado entre un inversor y un mercader y que representa la base del comercio internacional, o el “hawala”, similar al actual cheque y de cuyo nombre parte el término “aval”.
Nobles contra burgueses
Durante la baja edad media, en gran parte de Europa el dinero surgía del uso de las tierras, principalmente en propiedad de la iglesia y de la nobleza, pero en Italia comenzaba a emerger un amenazador nuevo orden que surgía de la importación de riquezas y del comercio a larga distancia.
De hecho, diversos mercaderes se aliaron construyendo auténticas repúblicas mercantiles, como el Milán de los Visconti, la Venecia del Consiglio de dux o la conocida Florencia de los Médici. La principal actividad sobre las que se construyeron fue la textil y el surgimiento de la moda.
Ellas se sustentaban sobre complicados entramados sociales y económicos, en los que la influencia y el carisma parecían tener tanto valor o más que los títulos de sangre.
Un cambio tan radical no podía llegar de forma pacífica, ya que la nobleza no cedería fácilmente en esta lucha por el poder. Así, nos encontramos con las batallas contra el emperador Barbarroja (1176), las batallas de Flandes, etc… con las que se fue poniendo fin al dominio de la nobleza sobre los comerciantes en algunas zonas, favoreciendo el nacimiento de la burguesía.
La palabra “burgués” deriva del alemán “Burgs”, que significa ciudad amurallada. Por tanto, reflejaba a las personas que vivían fuera de los castillos reservados para los nobles, realizando las tareas que estos condenaban: el comercio y otras profesiones liberales.
Estas clases enriquecidas por la ganada independencia tuvieron enemigos tanto fuera como dentro de sus repúblicas independientes. Reflejo de ello es la rebelión del monje Savaranola en Florencia, justificada por el reparto desigual de la riqueza y a la opulencia de algunos comerciantes, especialmente de los Médici. Así, ardieron en las “hogueras de las vanidades”, objetos que representaban su poder.
Pese a ello, el creciente poderío económico derivado del comercio en estas ciudades independientes fue imparable. En ellas surgieron universidades, concejos municipales, actividades de mecenazgo artístico y aumentó el mercado del lujo. De reojo, la nobleza comenzaba a pensar en las posibilidades.
Católicos contra protestantes
La iglesia católica siempre consideró que la usura era un pecado, por lo que surgió un fuerte enfrentamiento ético en el que debieron tomar partido los propios papas, con el fin de financiar su propia actividad.
¿Cuándo era legítimo acumular riquezas? ¿en qué punto la riqueza dejaba de ser un pecado? Se sucedieron los debates y los dobles raseros, aunque el capitalismo se vio acompañado por la reforma protestante surgida en el norte europeo, así como por el movimiento humanista que apareció posteriormente.
Según se disipó la duda del pecado el poder de los comerciantes se extendió, hasta el punto de que durante el renacimiento, algunos grandes banqueros comenzaron a prestar dinero a los reyes con fines principalmente bélicos. Así fue el caso de Felipe II y Carlos V, que posteriormente se vieron atrapados por un alto endeudamiento y aumento de precios.
Entonces, la nobleza y los comerciantes se convirtieron en aliados, hasta el punto de que el poder político ejercido por los primeros se vio comprometido por la dependencia de los segundos.
Con el descubrimiento de América se evidenció definitivamente el interés de la iglesia católica y de la propia nobleza por el comercio, realizándose mediante alianzas con la clase burguesa.
Poco a poco surgieron las grandes corporaciones (como la Compañía de las Indias) y las empresas internacionales, dejando clara la victoria del capital y la evolución de la sociedad hacia una fórmula simplemente diferente.
Desde el imperio mongol de Kublai Khan hasta la actualidad, el comercio fue ganando la guerra poco a poco, extendiéndose por gran parte del mundo, aunque más que derrotar a los que luchaban contra ella, quizás logró convencerlos… o comprarlos.
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