El caucho se ha convertido en uno de los compuestos químicos más importantes para la sociedad moderna desde que Charles Goodyear descubrió la vulcanización a mediados del siglo XIX, de forma casual. Desde entonces, el amazonas sufrió una gran explotación debido a las inmensas posibilidades del compuesto, que se traducían en ingentes beneficios económicos.
El «árbol de las lágrimas blancas», del que se extraía la sustancia, fue el gran objeto del deseo hasta que se descubrió cómo producirla de forma, 30 años después. Para entonces, muchos productores habían esclavizado y agredido a las poblaciones locales por las dificultades para conseguir manos de obra barata.
La revolución latente
Cuando los exploradores del nuevo mundo recorrieron las tierras americanas, pudieron ver cómo los indígenas daban muchos usos a la sustancia lechosa que extraían de unos árboles autóctonos de las cuencas del río amazonas. Funcionaba como un pegamento muy eficiente y para hacer que sus vasijas fueran herméticas.
El uso más llamativo lo aplicaban los aztecas, hasta el punto de hacer pensar a los exploradores que estaban ante un acto demoniaco. Los indígenas hacían una pelota de caucho para uno de sus juegos y esta votaba de una forma que nunca se había visto en el viejo continente.
Pese a estas evidencias, se tardó mucho tiempo en conocer todas las posibilidades de aquel material, debido a lo difícil que resultaba manipularlo. Esto cambió radicalmente tras las investigaciones de Charles Goodyear.
Un descubrimiento maldito
Pese a lo que podamos pensar con el paso del tiempo, viendo a Goodyear como una gran marca de neumáticos, el hecho es que a su descubridor le pasó factura debido a la intensa guerra de patentes en la que se vio envuelto. Esta le hizo pasar mucho tiempo en los tribunales para defender que él fue el primero en descubrir el proceso, pese a no contar con formación académica específica.
Murió a los 59 años tras el fallecimiento de su hija, achacado por problemas de salud producidos por sus investigaciones con el caucho y por estar en contacto con productos químicos muy tóxicos, por lo que no pudo disfrutar de lo que el látex supondría para la humanidad y para su compañía.
Durante su lucha legal, afirmó que la vida no debía ser medida en dólares y centavos, añadiendo: «No estoy dispuesto a quejarme de que otros hayan recogido los frutos que he plantado. Un hombre solo tiene motivos para lamentarse si siembra y nadie cosecha.» Por desgracia, el primer fruto de aquel descubrimiento no le llevó a conocer la riqueza y produjo mucho sufrimiento al otro lado del océano.
La fiebre del caucho
Con el nacimiento de la vulcanización, que hacía que el caucho fuera indeformable, el amazonas sufrió una profunda explotación que afectó a las poblaciones de países como Perú o Brasil, sobretodo durante la primera Guerra mundial, al caer los precios por el surgimiento de plantaciones inglesas en el sudeste asiático.
Las dificultades para encontrar mano de obra en la zona llevó a algunos productores a contradecir las palabras de Goodyear, convirtiendo en un infierno la vida de los indígenas. De esta manera, durante más de 30 años muchos de sus habitantes fueron asesinados y otros secuestrados para extraer las famosas lágrimas de los árboles del caucho como esclavos.
Por otro lado, la fiebre del caucho hizo que llegaran muchos trabajadores (siempre insuficientes), con lo que surgieron auténticas ciudades cerca de las selvas, modificando notablemente la vida en la zona y causando un gran impacto económico, social y ecológico.
Cuando el caucho se hizo infinito
En Alemania fueron conscientes de algunos de los problemas del proceso de extracción de caucho: dependían de un recurso natural, era agotable y lento de producir. De esta manera, una empresa química del país ofreció una recompensa para el que descubriera la manera de fabricar caucho sintético.
En menos de tres años, uno de los empleados, llamado Fritz Hofmann, patentó la fórmula y la revolución alcanzó un nuevo nivel, pese a ser tan solo un primer paso.
Entonces el reto consistía en hacer que el proceso fuera más eficiente y poco a poco se fue reduciendo la presión sobre el amazonas, aunque se mantuvo la explotación de la zona y aún hoy tiene una gran importancia comercial. De esta manera, el proceso de fabricación continúa evolucionando.
Chicles, neumáticos, suelas deportivas, pelotas, preservativos, mangueras, ropa impermeable, trajes de buceo, carcasas de teléfonos… el caucho está presente en muchos objetos de nuestra vida cotidiana, por lo que podemos entender la importancia económica de su explotación, aunque aún así debemos recordar que detrás de ello existe una historia muy compleja y no siempre agradable.
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