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Las empresas en su mayor parte están hechas de nada, ya que la mayoría de sus pilares se sustentan en un espacio intangible difícil de definir: la mente de sus trabajadores. Aún así, es evidente que no hablamos de una nada absoluta, sino de una dimensión que se extiende, mezcla y potencia con una buena gestión de los equipos de trabajo.
Influir en este espacio no solo es posible sino que es obligatorio, ya que en este terreno invisible se desarrolla la empresa, tanto hacia afuera como hacia dentro. Tal y como definiría la teoría atómica, la empresa está compuesta por partes menores y tal como dice la misma, la mayor parte de su volumen está ocupado por vacío.
Los papeles solo son papeles
Cuando vemos una empresa vacía vemos material de oficina, mobiliario, unas instalaciones, despachos, cuadros, colores y quizás alguna planta. La imagen de marca tiene una gran importancia y se proyecta de forma evidente hacia el exterior, pero en ello no radica el verdadero potencial de un negocio.
Cojamos todos estos elementos físicos, metámoslo en una pequeña gota de miel y pongámosla en el centro de un campo de fútbol. Ahora parece algo insignificante¿verdad?, pero si miramos al cielo con unos prismáticos quizás podamos ver las pequeñas abejas que revolotean a una gran velocidad alrededor del estadio. Ahí, lejos, es donde están las personas.
Esta descripción en realidad corresponde a un átomo, ya que todo ese espacio vacío representado por un campo de fútbol es el volumen compuesto por nada sobre el que se mueven los electrones (abejas) en torno a un átomo. Ahora bien ¿por qué la materia tiene consistencia? ¿por qué un bate de béisbol es capaz de golpear una pelota y no la atraviesa si ambos objetos están compuestos en gran medida por nada?
Pues porque esta nada en realidad está repleta de energía. En el caso de los átomos la energía electroestáticas es la que impide que los electrones se marchen, pero en el de la empresa es la energía de cohesión.
El movimiento de los electrones en la corteza del átomo crea una nube impenetrable que le da una consistencia impresionante. La energía de cohesión en los equipos de trabajo funciona de forma similar: cuanto más fuerte es, más consistente es la empresa.
Por tanto, todo ese gran espacio de nada es en realidad lo más importante de una empresa y el resto es solo una gota de miel. Hagamos que todos quieran girar a nuestro alrededor, tratemos de que queden atraídos por nuestra energía.
Tenemos que ser conscientes de que las empresas son humanas y que los humanos no somos nada sin expectativas, deseos, sentimientos, motivación, satisfacción, sueños… cosas que no se ven y que no pueden renovarse tan fácilmente como cambiaríamos las mesas de la oficina.
¿Cómo manejar la nada?
Saber que la gran parte de la empresa escapa al control directo de la dirección, al moverse en una dimensión intangible, es algo a lo que se enfrenta cualquier emprendedor.
Los equipos de trabajo se puede mantener de dos formas fundamentales: o sustituyendo constantemente a los empleados que se marchan, o fortaleciendo la cohesión de los equipos de trabajo. Es decir: fidelizando el talento y reduciendo la rotación.
La primera opción nos enfrenta a un cambio continuo, a la inestabilidad y a un gran gasto de energía indispensable para mantener la estructura humana necesaria para sustentar la actividad de la empresa. Sin embargo, fidelizando y gestionando los recursos actuales se aumenta tanto la coherencia interna como la fuerza de avance, a la vez que se reducen los gastos de rotación y se facilita la atracción de nuevos talentos. No hay nada más importante que contar con un buen equipo y saberlo mantener unido a la empresa.
Por tanto, la nada se alimenta de nada, pero esta no es más que energía que debemos inyectar en la organización siendo los primeros en girar a toda velocidad a su alrededor.
Hay que crear un buen plan de incentivos, políticas de conciliación, plantear objetivos claros, realizar una buena distribución de tareas, dar ejemplo, unir a las personas que realizan tareas similares, comunicar, reconocer el trabajo bien hecho, etc… cuando somos capaces de verlo, ya no sentimos que estamos hablando de un vacío.
Si logramos que nuestros equipos de trabajo se unan y que sus objetivos y los de la empresa sean comunes, tendremos un potencial increíble. La gestión de recursos humanos no solo trata de manejar contratos y de mover papeles… hay que tocar la nada con los dedos y fortalecer la energía de cohesión, porque sin ella solo somos una gota de miel o quizás una gota de otra cosa menos agradable.