La bolsa es especialmente sensible a múltiples factores, como el económico que vamos a estudiar. Por otro lado, resulta innegable el importante papel de la vertiente psicológica capaz de producir cambios en las cotizaciones antes de que aparezcan los efectos reales de las modificaciones económicas. Es la “magia” de invertir en bolsa.

Los índices de precios al consumo, la tasa de paro o el producto interior bruto son algunos factores económicos que tienen su reflejo en los mercados bursátiles aunque estos movimientos no siempre se produzcan atendiendo a un análisis concienzudo de los datos. Veamos los efectos de la tasa de desempleo y el déficit público.

La tasa de desempleo

Ante aumentos o disminuciones de la tasa de paro tenemos que tener en cuenta la situación en que se produce y las causas de estas modificaciones. En la actualidad, por ejemplo, estamos en una situación de crisis económica y los buenos datos sobre el empleo pueden traducirse en cotizaciones al alza siempre y cuando sea percibido como el inicio de una fase de expansión.

Si la subida no es relevante puede verse como un simple dato estacional no reflejándose en las cotizaciones por lo que hay ciertas épocas del año donde se espera una subida en las contrataciones por campañas de verano, navidades, etc, que no tienen por qué ser relevantes como indicador económico.

Aún así, como comenté al principio, no siempre se analizan los datos sino que se actúa por impulsos, lo cual, en la actual fase, puede traducirse en subidas ante datos positivos respecto al empleo independientemente de su estacionalidad (o viceversa ante informes negativos). Aquí radica una de las dificultades para predecir la evolución de la bolsa ante algunos índices: no siempre se puede atender únicamente a los datos objetivos.

En fases de madurez de un ciclo económico las variaciones sobre el desempleo pueden no ser tan relevantes aunque generalmente las subidas de empleo se reflejan en cotizaciones al alza y las bajadas como caídas en las mismas, siempre dependiendo de la cuantía de las modificaciones, claro.

Podemos determinar, por tanto, que la fase del ciclo en que se encuentre una economía afectará a las forma en que responderá la bolsa ante posibles cambios en el empleo. En fases de madurez los cambios serán moderados pero según se acerque el fantasma de la inflación el aumento del empleo puede llegar a ser visto incluso de forma negativa ante el riesgo de la subida de tipos y la aproximación a la “tasa natural de desempleo”.

En un estado de crisis las respuestas ante cambios en el empleo puede no ser siempre lo esperado dada la incertidumbre y el pánico de los mercados pero mediante se acerque el final de la recesión los cambios notablemente positivos serán vistos como el inicio de una fase expansiva que producirá alzas en la bolsa. Otra cosa es que esas modificaciones se mantengan en el tiempo y sean realmente el final de una crisis.

El déficit público

Entendemos el déficit público como las obligaciones contraidas por la Administración de un país que no están compensadas por los ingresos de la misma. De este modo hablamos de un factor determinante para que los inversores internacionales consideren más o menos atractivo invertir en los valores de un país determinado.

Esto es así porque un fuerte déficit público supone una limitación al crecimiento. Por verlo de una forma simplificada podemos decir que un elevado déficit público suele repercutir en un aumento de los precios y la presión fiscal terminando por frenar el consumo y por ende a la empresa privada.

El aumento impositivo para financiar el endeudamiento suele tener efectos negativos para la economía porque disminuye el poder de ahorro de los ciudadanos lo cual disminuye la capacidad de crear riqueza en forma de consumo y empleo. Esto puede aumentar el riesgo país y desalentar al inversor extranjero.

Para terminar con el déficit público se puede expandir la deuda pública con lo que se produce una importante carga consistente en el pago de intereses lo cual hace que la situación se prolongue a lo largo de los siguientes años. Por otro lado se aumenta la presión sobre los tipos de interés que tienden a subir.

Se puede concluir con que a más déficit público menos atractiva es una economía para los inversores extranjeros y esto, evidentemente, afecta a la bolsa y sus valores al poder llegar a ser un mercado poco atractivo. Eso si, hay que atender mucho al tipo de medidas que se tomen ante una situación de déficit pues esto determinará en gran parte la forma en que un mercado reaccionará en sus cotizaciones.

Índice de los precios al consumo (IPC)

Estamos hablando de un indicador económico que pone en evidencia la variación de los precios de un grupo de bienes y servicios cuyo consumo es representativo para una sociedad concreta. Estas variaciones manifiestan la intensidad de la inflación, que se suele definir precisamente como una subida en el índice general de los precios.

La inflación conlleva una pérdida de poder adquisitivo entre los ciudadanos ya que en esos periodos el aumento de precios de bienes y servicios es superior a la subida de los salarios.

En bolsa, hablar de inflación (y de aumentos del IPC) es temer una subida en los tipos de interés pues es la principal herramienta para combatir la inflación cuando esta es producida por un aumento de la demanda.

La subida del IPC no tiene por qué ser efecto de la demanda aunque muchas veces la bolsa reacciona independientemente de las causas. Lo cierto es que los precios también pueden subir por cuestión de costes productivos (precio del petróleo, luz, salarios, etc…) en cuyo caso no se tomarían medidas respecto a los tipos de interés, pues lo único que harían sería perjudicar aún más a consumidores y comercios.

Los efectos de una subida del IPC por costes de producción se traduce de manera distinta pues si bien no se produce un aumento de los tipos de interés, afecta a los beneficios empresariales. De esta manera se reducen los dividendos.

Lo normal ante ambas situaciones es que la bolsa tienda a la baja aunque de manera más calmada si se determina que el aumento del IPC es causado por costes productivos, pues se tiende a a esperar a los resultados trimestrales y la evolución de las sociedades.

Esto no se aplica a la subida causada por la demanda pues las medidas (aumento de tipos de interés) se suelen tomar con más rapidez y el mercado reacciona a toda velocidad en lo que suele verse como un salto de la renta variable a la fija, menos arriesgada, y por tanto en una disminución de los precios cotizados.

Para calcular los índices de precios al consumo se suelen utilizar tres tipos de indicadores, el Paasche, el Laspeyres y el Fisher. Los dos primeros son realmente métodos de cálculo siendo el tercero un promedio de ambos. La principal diferencia entre el índice Paasche y el Laspeyres es la valoración que se desprende respecto a la inflación.

El cálculo de Laspeyres sobrevalora la inflación y resulta más prudente para los inversores de bolsa, por naturaleza en alerta. El cálculo se realiza mediante la sumatoria de los precios base del periodo a analizar multiplicados por las cantidades base consumidas en el periodo anterior dividido entre el sumatorio de precios base anteriores por las cantidades consumidas en dicho periodo.

El índice Paasche por su lado infravalora la inflación y el índice Fisher toma un promedio de ambos valores para intentar formar resultados más ajustados a la “realidad”.

Índice de ventas

Tengamos en cuenta que la producción se ajusta a las ventas por lo que si estas aumentan la producción tendrá que acelerarse para satisfacer la demanda y viceversa. De esta manera nos encontramos con un indicador que nos hablará del futuro a corto plazo de la producción industrial y de los precios de las materias primas (CRB), que también se ven afectadas por la demanda productiva.

Imaginemos por ejemplo que tenemos una empresa y vemos que aumenta fuertemente el nivel de ventas. Tendremos que ir sacando material de stock, es decir, del almacén, pero si este es insuficiente entonces tendremos que comprar materias primas para seguir produciendo. Si esto pasa con muchas empresas hará que los precios de dichas materias suban y en caso contrario, que bajen.

En el ejemplo expuesto las empresas con más stock tendrían una ventaja respecto a sus competidoras, que necesitarían comprar materias más caras para producir y satisfacer el aumento de demanda.

La bajada de precios de las materias primas (es decir, del índice CRB) afectan negativamente a las sociedades que las producen y a las que tienen un alto stock producido cuando los precios eran superiores de manera que hacen que sus cotizaciones caigan. Para el resto del mercado bursátil son buenas noticias porque es un indicador positivo al mejorar la balanza comercial, márgenes de beneficio y permitir manejar mejor la inflación.

Los primeros indicadores de ventas que pueden adelantarnos la situación de una economía son la venta de coches y licencias de obra de viviendas nuevas al ser importantes gastos que normalmente pueden ser retrasados esperando a una mejor situación. En España estos dos valores se pudieron ver claramente al comienzo de la crisis y ya ha llegado a otros sectores de consumo más primario, lo cual nos ha hablado de una profundización de la crisis, algo que es imposible que no se refleje en los mercados financieros.

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