Un empleado tóxico es aquel que ejerce una influencia negativa sobre los equipos de trabajo y cuyo desempeño es perjudicial para los intereses de la organización. Puede causar problemas de clima laboral, aprovechando nuestras posibles deficiencias en materia de gestión de equipos, por lo que es importante detectar y controlar el problema.

Precisamente el control nos ayudará a localizar a estos empleados, así que deberemos mejorar la forma en que gestionamos los recursos humanos, para poner fin a las malas prácticas y para poder solucionar a tiempo esta clase de comportamientos indeseables.

Un empleado tóxico es muchas veces algo similar a un agujero negro, es decir, resulta invisible a primera vista pero podemos reconocerle por lo que le rodea. En este caso, se observa un bajo rendimiento personal y puede que malos resultados del departamento en el que se encuadra, además de problemas de motivación, clima laboral, conflictos abiertos, etc…

Es muy probable que haya suscitado las quejas del resto de empleados, pero debemos facilitar que sean transmitidas a la dirección o se convertirán en dañinos rumores. Además, si un comportamiento tóxico no es corregido, estaremos lanzando un mensaje de aprobación hacia dicha conducta, invitando al resto a seguir la misma línea de forma indirecta.

En ocasiones nos encontraremos con empleados tóxicos menos invisibles, que plantean problemas de forma mucho más evidente y cuya mala actitud es notable. En dicho caso la mera observación debería ser suficiente para detectar el problema y poder actuar, por lo que es esencial mantener una gestión activa e interés por ejercer una dirección efectiva.

La creación de objetivos y las sesiones de control nos ayudarán a detectar al empleado tóxico de forma directa y sin que sea necesario la acusación de los compañeros, buscando y premiando el cambio de actitud ante el trabajo para que todos sepan lo que se espera de ellos y que la empresa valora sus esfuerzos.

En las reuniones individuales con los trabajadores no solo debemos comunicar sus resultados respecto a los objetivos, sino buscar otro tipo de problemas «relacionales» dentro del departamento, con el fin de solucionar conflictos antes de que puedan producir problemas de rendimiento.

Estos no se solucionarán mediante las reuniones colectivas, ya que tienden a extender el problema, sino mediante entrevistas individuales con los afectados y en última instancia con una reunión conjunta con ellos una vez haya sido detectado el problema y sepamos cómo afrontarlo.

Un empleado tóxico en ocasiones no viene solo, sino que se crea por unas malas circunstancias de trabajo, una mala acogida por parte de sus compañeros, etc… así que detectarlo solo es el primer paso.

Tenemos que meditar sobre una importante cuestión ¿el empleado era tóxico desde antes o se convirtió en ello en nuestra organización? Hablamos de dos problemas relacionados pero diferentes ¿fallan nuestras prácticas de reclutamiento en particular o falla nuestra gestión general de Recursos Humanos?

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Imagen | Parker Knight

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