Ciertos criterios empresariales pueden hacer que se acuda a la externalización de ciertos servicios de la empresa (subcontratación u «outsourcing»), pero esto nos enfrenta a una aparente pérdida de control sobre el capital humano de la empresa, obligándonos a cambiar la perspectiva desde la cual gestionamos los RRHH.

Aunque a efectos prácticos los servicios externalizados son desempeñados por personas ajenas a la organización, lo cierto es que en estos casos es necesario fortalecer la cooperación y no desentendernos de ello, considerándolos capital humano a efectos estratégicos.

No se abandona, se delega

Esto significa que debemos tratar de mantener cierta influencia sobre la realización de las tareas que han salido del radio de acción de la empresa, buscando fórmulas para establecer procedimientos, controles de calidad y vías de comunicación permanente. Se trata de un compromiso que debe ser asumida por los órganos de dirección.

La externalización no puede suponer más que la cesión de ciertas cargas productivas en búsqueda de un fin de eficiencia económica, concentración de esfuerzos en otras áreas, o beneficio comercial, pero no puede suponer una pérdida de capital humano desde el punto de vista estratégico. Los sujetos que realicen las tareas pasan a tener la consideración de proveedores, pero debemos entenderlos realmente como colaboradores.

Por ejemplo, si externalizamos parte de nuestra fuerza de ventas para llegar a nuevos territorios ¿podemos delegar toda la imagen de la marca sin establecer un control de calidad y un procedimiento de actuación? La comunicación también debería fortalecerse para obtener el feedback del mercado, los problemas de los vendedores para comercializar el producto, etc…

Otras áreas pueden parecer que tienen una menor importancia para el correcto funcionamiento de la empresa, como la limpieza de las oficinas, pero no podemos pensar que las personas que acuden a nuestras instalaciones para darnos un servicio, no forman parte del proyecto común de alguna manera.

Hay detalles muy importantes como el buen trato, el interés y la comunicación, que favorecerá a todas las partes y que deberían formar parte de la normalidad. Desentenderse de los servicios externalizados es lo que produce la verdadera pérdida de capital humano, pero las personas siguen ahí, trabajando para nosotros.

Entonces ¿se pierde capital humano con la externalización? Se pierde cierto ratio de acción sobre el mismo, pero a nivel estratégico necesitamos seguir gestionando a este personal, pues comprometen la calidad general de nuestros productos, servicios e imagen.

Es importante meditar sobre qué tareas podemos externalizar y el peso de tal decisión, incluyendo la pérdida de influencia e identidad que se producirá. Solo entonces podremos valorar la mejor manera de evitar una pérdida de capital humano, mediante acciones estratégicas dirigidas a la colaboración efectiva dentro de los límites de esta relación profesional.

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Imagen | Reynermedia

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