El proceso de elección de un nombre para nuestra marca es de vital importancia, ya que nos encontramos ante uno de los elementos fundamentales que definirán nuestro proyecto y sobre el que se construirá la imagen corporativa.
Para lograr hacerlo con éxito es importante mantener una mente abierta, analizar las características de nuestro servicio o producto, contar con la participación de un equipo creativo, estudiar la percepción que tienen los clientes potenciales sobre nuestras opciones y luchar contra los egos.
No obstante, es posible que nos encontremos ante una marca que deba ser redefinida, en cuyo caso estaremos ante un reto doble: no perder el fondo de comercio anterior y permitir que la marca siga siendo reconocible por el mercado.
Consejos para elegir una nueva marca
Las marcas deben ser fáciles de identificar, sencillas de recordar, deberían evocar los principios de la empresa o su sector y tienen que diferenciarse de la competencia, por lo que es importante que tengamos en cuenta los siguientes consejos:
Debe estar disponible: tendremos que acudir al registro de marca para comprobar la disponibilidad del nombre, aunque también tendremos que buscar marcas similares que puedan entrar en conflicto con la nuestra.
Debe proporcionar una percepción adecuada: deberíamos poner el nombre a prueba enseñándoselo a personas no relacionadas con el proceso de selección de nombre, para estudiar las relaciones mentales que realicen, sin saber cuál es el objeto de la compañía. Lo más adecuado sería darles un cuestionario para que lo rellenen.
Debería ser competitiva: no tendría que confundirse o parecerse al de la competencia. De ser así, nuestros clientes potenciales pueden sentirse confusos y nuestros mensajes promocionales podrían no llegar con claridad.
Debe superar la prueba escrita: tu marca será escrita en diversos formatos e incluso con diferentes tipografías. Deberíamos asegurarnos que sea legible e identificable en las más habituales. Por ejemplo, suele haber problemas con las letras «i» y las «l» (especialmente «ll») cuando se encuentran próximas, están en mayúsculas o cuando son numerosas.
Debe superar la prueba oral: hay que comprobar la sonoridad del nombre en los diferentes mercados a los que vayamos a acceder. Estudiar la lectura en español y e inglés es lo más básico. Hay que tener cuidado con la posible traducción o malinterpretación de la palabra.
Consejos para cambiar el nombre de marca
Es posible que algunos nombres no aguanten bien el paso del tiempo o que ciertos cambios culturales hayan hecho que pasen a ser inadecuados. En dicho caso deberemos actuar con mucho cuidado, pues según que nos alejemos del concepto original, corremos el riesgo de perdernos en el camino:
Planifica un cambio gradual: no podemos eliminar todos los antiguos elementos de marca de golpe, pues confundirá a los clientes y proporcionará una imagen equivocada del cambio.
Plantéalo como un refuerzo: los cambios son una oportunidad y así debemos venderlo. Sea cual sea el motivo del cambio, la nueva marca debe representar un paso adelante
Describe el futuro: no siempre es posible, pero el cambio de marca debería mostrar los valores que se desean fortalecer o el sector sobre el que vamos a potenciar nuestra presencia.
Adaptación progresiva de los elementos de imagen: un cambio de nombre puede implicar cambio de logotipo, de colores corporativos y otros temas de diseño, pero es algo que tendremos que ir adaptando progresivamente para no destruir valor sepultando la imagen ya construida.
Evita cambios radicales: si el cambio es muy radical puede causar rechazo, por lo que sería bueno contemplar opciones de nombre más próximas al anterior o al menos con relación al mismo. No olvides que un cambio de nombre es algo muy delicado.
Invierte en promoción y marketing: informa a los clientes del cambio de nombre y pon sobre la mesa los valores de la empresa. Preséntalo como una mejora y acompáñalo de otras novedades respecto al producto o servicio. Muestra que la diferencia va más allá del nombre.
Pese a todo lo dicho, elegir un nombre de marca es algo muy complicado que no debemos realizar con prisas. Hay que dejar reposar las ideas, debatirlas, dejar espacio a lo absurdo (de ello pueden surgir grandes ideas), ponerlas a prueba y buscar el consenso.
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Imagen | Becca Peterson