Niños viendo Peter Pan

Los agentes educativos de un menor son tanto la familia, la escuela, los amigos y otros medios como el cine y la televisión, también en materia económica y financiera. Esto nos puede hacer meditar sobre qué valores en esta materia transmiten los dibujos animados y otras series infantiles.

Aún así, antes de entrar en materia, debemos reflexionar sobre el papel de los padres. Los dibujos animados, el cine, la música y otros medios, no son buenos o malos de por sí, ni deben representar el cristal a través del cual el niño descubre el mundo. Debemos preocuparnos por la educación de los menores de forma activa.

Princesas y reyes

La mayoría de las películas infantiles intentan obviar el origen del dinero y lo solucionan con unas estrategias sencillas: «ya estaba ahí cuando llegué», «nací con esta condición», «me encontré un tesoro», «¿dinero? ¿qué es eso?» o «tuve un golpe de suerte». De esta manera, es normal encontrarnos con personajes de la realeza como protagonistas, cuyo único problema en la vida es encontrar el verdadero amor.

Por otro lado, encontramos a los personajes menos pudientes, que eventualmente se muestran en un estado más primario y básico, siendo capaces de atraer a dichos miembros de la realeza por su personalidad desinhibida. Sin duda esto representará el fin de sus penurias, pese a que se nos muestra abiertamente que muchos de ellos han pasado su vida robando para sobrevivir e incluso huyendo de la justicia.

Con esta descripción tan estereotipada, vemos que normalmente ni el dinero ni su origen suele formar parte de las tramas, pero sí está rondando bajo la superficie. Cuando se nos muestra la riqueza, normalmente suele ir acompañada por la avaricia, mostrando el mágico poder del oro para modificar la personalidad de aquellos que lo ansían, ya fueran originalmente buenos o malos.

De esta forma se crean muchos de los villanos cuyo motivo básico es el dinero. Tanto el pobre que intenta hacerse con las riquezas del rico, como el rico que intenta hacerse aún más rico a costa del pobre.

Por tanto, siempre hablando de forma general, sí que existe un posicionamiento económico e incluso social en los dibujos animados. Hablamos de un producto de ocio, por lo que no resulta extraño que no se expliquen conceptos como el ahorro (aunque hay algunos casos hay de ello), ya que para eso deberían estar los padres.

El mensaje principal es que el dinero tiene origen en muchos males y que tiene un fuerte poder de seducción que nos puede llevar a cometer actos que de otra manera no realizaríamos. Sin embargo, los propios protagonistas disfrutan de una riqueza administrada por sus padres de la que solo son partícipes a la hora de disfrutar de sus beneficios.

Esto podría asemejarse al concepto tradicional de «paga», una cantidad de dinero que se le entrega al niño de forma semanal o mensual para que haga disposición de él. No se observa el origen del dinero, más allá de el «me lo dieron», «apareció», «se generó», pero sí su beneficio. Por eso que sería positivo crear normas de participación en las labores domésticas para que aprendan algo sobre el esfuerzo necesario para producirlo y no solo para disfrutarlo.

El dinero no es bueno ni malo de por sí, pero forma parte del mundo real. Por ello debemos preocuparnos por proporcionar una buena cultura económica y financiera, apropiada para la edad del menor.

No podemos olvidar que el cine y la televisión nos muestra una distorsión, igual que ocurre entre el cine porno y la educación sexual. Si educamos príncipes y princesas nos encontraremos con que obtendremos niños y niñas caprichosas que no tienen interés por la procedencia del dinero sino por el disfrute inmediato de sus beneficios.

¿Dónde está el consumo?

Normalmente se nos muestra que el malo es el que hace uso del consumo o la producción para intentar alcanzar sus objetivos (desde la compra de artículos ACME hasta la construcción de grandes infraestructuras para destruir el mundo), y que el bueno mantiene sus planteamientos puros gracias a mantenerse alejado de la gestión económica, tan solo apoyándose en sus virtudes personales. Actúan por principios y se transmite cierto placer por ello.

Esto tiene una vertiente positiva, por supuesto, aunque a momentos termina por resultar un recurso excesivamente utilizado que muestra la imagen de un empresario maligno, y en ocasiones víctima del brillo de dinero. Por otro lado, se exaltan las bondades de encontrar tesoros, de los golpes de suerte e incluso de las herencias o los regalos. Aunque se hiciera por principios, al final suele haber un premio.

Por otro lado, el consumo se convierte en el centro de muchas tramas. Los protagonistas suelen tener como objetivo lograr un objeto deseado y no el dinero para conseguirlo, existiendo una constante: «tiene que ser ya». La inmediatez que se muestra sobre el acceso al dinero y al premio, nos hacen olvidar los esfuerzos que realmente se requerirían en el mundo real, salvo que nos dediquemos a actividades de dudosa legalidad o a que tengamos golpes de suerte.

Por todo esto y por mucho más, las familias deben considerar explicar cómo surge el dinero y la importancia de gestionarlo de forma responsable. Lo más efectivo siempre consiste en dar ejemplo y en no delegar nuestras responsabilidades al respecto como agentes educativos.

No todos nacemos príncipes o princesas y el dinero también se acaba. No podemos cambiar los dibujos animados pues son productos de entretenimiento prefabricados, pero debemos completar la información y ayudar a los menores a entender a diferenciar entre realidad y ficción.

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