Nos guste o no, los errores forman parte del desempeño de cualquier oficio, por lo que es evidente que en algún momento los líderes deberán actuar para minimizar su impacto presente y futuro. Una forma de determinar si estamos actuando adecuadamente, consiste en repasar cómo no deberíamos gestionar los errores de la plantilla.
20 errores, solo para empezar
Un jefe que considera que no comete errores, será incapaz de gestionar correctamente los errores ajenos, porque parte de la máxima de que la «culpa» es siempre ajena y que la responsabilidad derivada nunca es propia. Superado este punto, aquí tenemos algunos errores a evitar:
- Priorizar el problema sobre la solución
- No medir el error, considerando que todos son iguales, sin diferenciar entre la falta de diligencia y otros problemas de fondo
- No llegar al fondo del problema, ni buscar las razones por las que ha ocurrido
- No tomar las medidas necesarias para evitar que se repita
- Responder de forma pasional y/o emocional
- Reaccionar de forma desproporcionada respecto a la gravedad del error
- No responsabilizarnos de los errores que suceden en nuestra organización
- Perder los nervios y entrar en agravios personales
- No actuar con contundencia ante errores especialmente graves
- Culpar al empleado equivocado o proyectar nuestra frustación en otros
- No establecer márgenes para los errores, ni considerarlos parte de un proceso de mejora continua
- No utilizar el error como parte del aprendizaje personal y grupal
- Reaccionar antes de tener claro lo que ha ocurrido
- Individualizar el error sin atender a los posibles defectos en cadena
- No proporcionar feedbak al empleado
- No enfrentarse al problema sin separarlo del trabajador
- Reaccionar en caliente
- No escuchar activamente
- Hacerlo más grande de lo que realmente es
- Recordar constantemente el error una vez superado
- Ignorar los errores o no reconocerlos como tales
Aquí solo hemos mencionado 20 errores, pero son suficientes para reconocer que nadie está libre de cometer fallos y que una mala gestión de un error pueden encadenar otros muchos, sobre todo si los encargados de enfrentarse a ellos consideran que están libres de toda culpa y no son capaces de hacerles frente adecuadamente.
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Imagen | Nick Webb